




En medio de unas maravillosas y anheladas vacaciones familiares de playa y piscina y de todo el día con nuestros gorditos y la familia, buscamos un escape, una huida rápida. Decidimos perdernos veinticuatro horas en la cuna del vino, en la Rivera del Duero, entre Arzuaga y Vega Sicilia. Veinticuatro horas dedicadas exclusivamente a nosotros y al vino.
Fuimos a la Hacienda Abascal, un hotel con tan solo cinco habitaciones y una pequeña bodega donde elaboran su propio vino, Durius, con un viñedo en el tejado de la Hacienda y una terraza espectacular en la que solo alcanzas a ver hectáreas y hectáreas de viñedos.
Veinticuatro horas muy intensas y bien aprovechadas, nos dedicamos a comprar vino en las bodegas de Pesquera, Valvuena de Duero y Quintanilla de Onésimo, a veces vinos que no salen apenas de esas tierras, no tan conocidos pero buenísimos.
Por la noche nos aconsejaron para cenar un bonito molino restaurado y con el rio Duero al lado, con una decoración muy minimalista y una comida espectacular ( como diría mi amiga Inma) , absolutamente recomendable, incluso para celebrar algún evento, un momento especial
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Ahora que tenemos que comenzar a decorar nuestra preciosa casita, nos hemos puesto a buscar muebles diferentes y que aporten algo especial a nuestro nuevo hogar, y entonces la descubrí, fue un flechazo. Para muchos seguro que más que conocida, para mí un gran descubrimiento¡¡ Espero que pronto podáis verla en nuestra casa. |
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